Etapa 4: Transición para olvidar
20 de agosto, Ponferrada – Columbrianos – Fuentes Nuevas – Camponaraya – Cacabelos – Pieros – Villafranca del Bierzo – Pereje – Trabadelo (34 kms)
Seguramente este fue el día más gris de todo el Camino. La etapa más fea. Un día sin apenas peregrinos. El día con mayor cantidad de dolores. Un día para olvidar.
La etapa es fea porque transcurre casi toda ella por una especie de carril bici amarillo pegado a la antigua N-VI. Después de los fantásticos paisajes del día anterior, pasar a escuchar el ruido de los coches y camiones y respirar los humos de sus motores me resultó muy desagradable.
Mi intención inicial del día era alcanzar las Herrerías, pero nuevamente fue una etapa de fuertes dolores en las plantas de los pies a los que se sumaban algunos otros. El empeine, a pesar de los masajes de aquel buen hombre, me estuvo molestando desde primeras horas de la mañana y ya por la tarde comenzó a hacerse insoportable. Encontré la solución desapretándome los cordones de la zapatilla, pero eso ocasionó un mayor movimiento del pie y la aparición de nuevas y dolorosas ampollas. Pero lo peor de todo era un fuerte dolor en la rodilla derecha, que fue aumentando al pasar las horas y los kilómetros.
Una vez pasado el bonito pueblo de Villafranca del Bierzo (donde tuve que parar un buen rato a descansar porque ya no podía dar ni un paso) la cosa se convirtió en una auténtica tortura: el puto carril aquel pegado a la carretera, el dolor de la rodilla que casi no me dejaba doblar la pierna y que me hacía ir con la pata tiesa caminando de una forma rarísima, las ampollas de los pies y sobre todo de nuevo un insufrible dolor en las plantas.
Así la cosa decidí que bastante tenía con intentar alcanzar el albergue de Trabadelo. ¡¡Y casi ni lo consigo!! ¡¡Que sufrimiento!!
Me metí en una dinámica en la cual, midiendo el tiempo con el reloj del móvil, me obligaba a caminar 15 minutos seguidos antes de pararme. Así me fui parando un montón de veces hasta llegar al pueblo. En cada parada me quitaba las zapatillas, me masajeaba los pies buscando algo de alivio y trataba de estirar la pierna para calmar algo el dolor de la rodilla.
Fue bastante sufrido, pero finalmente llegué al albergue de este pequeño pueblo. Allí pasé una noche inolvidable compartiendo una cena en común con todos los peregrinos que allí estábamos. Un buen rollo indescriptible con una gente a la que nunca antes habías visto y a la que probablemente jamás vuelvas a ver. Ese es el espíritu que tanto me ha gustado de todo esto.
Me fui a dormir pensando que si el dolor de la rodilla se mantenía (andando por el albergue parecía un auténtico invalido) y en esas condiciones me metía 160 kms más era más que probable que me jugara una lesión muy seria que me iba a dejar una buena temporada sin correr. Pensé muy seriamente en dejar las etapas restantes para mejor ocasión.
De momento tocaba esperar hasta el día siguiente.
En la foto la Colegiata de San Nicolás en Villafranca del Bierzo
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4 comentarios:
esto va por capitulos... dame tiempo apra leerlos y te comento.
abrazos
Ni te molestes. Demasiada lectura y no muy recomedable.
Simplemente quería dejar constancia escrita de esos días para poder recordarlo en un futuro. Y una vez metido en faena ya tengo que acabarlo, aunque no estoy muy inspirado ni con muchas ganas, así que simplemente estoy cubriendo el expediente.
Pues a mi me está gustando leerte...supongo que también hace mucho conocer la mayoría de los sitios por los que pasas y vivirlos de alguna manera contigo.
Sí que debiste pasarlo mal este día, sí...hasta estás gris describiéndolo.
Besitos.
Sí, la verdad es que tuve algún momento aquella tarde que me hubiera cogido un autobús y me hubiera ido para casa.
¿Te está gustando? Andaya!!
;-P
Besos.
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