lunes, 2 de junio de 2008

Chispas

"Tu primera amiga, chispas, tu primera colonia, chispas...."

Así rezaba un anuncio televisivo de mi infancia. Pues bien, el pasado sábado no estrené amiga ni colonia, pero si condición de duatleta. Mi primer duatlón, chispas.

No es que el duatlón, que era en realidad un duatlón-cross, se llamara como aquella fragancia de la infancia. No. Las chispas en este caso eran las que echaban mis gemelos tratando de mover los pedales de la bici por aquellas cuestas inhumanas.

Todo había empezado un par de semanas antes con una llamada de teléfono:

"Oye Teto, soy Marcos. He visto que hay un duatlón de montaña en un pueblo llamado Valmojado. El circuito es prácticamente llano y la inscripción gratuita. ¿Te apuntas?"
"Bueno, vale"

¿¿¿¡¡¡¡Prácticamente llano!!!!??? ¡¡Por los cojones!!

Cierto es que la información de la prueba anunciaba un circuito "practicamente llano". Supongo que reclamo publicitario para criaturas inocentes como este que escribe.

Y así es como me deje engañar para presentarme a media tarde en ese pueblo situado a mitad de camino entre Madrid y Toledo.

Me acompañaba mi bici de montaña, con la que no acabo de llevarme bien del todo y con la que solamente he tenido "relaciones" un par de veces en los últimos tropecientos años.

Fue llegar al pueblo y comprender que el nombre del mismo parecía una ironía del destino. ¡Vaya forma de llover! ¡Que tormentón! Valmojado sí, pero mojado mojado. Mojado de verdad.

La primera parte de la prueba consistía en correr 5 kms por un terreno de duro perfil y suelo embarrado. Supongo que de ahí venía lo de "cross".
Esta fue la mejor parte del día porque me encontré muy bien corriendo y con la impresión de ir más cerca de los de cabeza que en las tradicionales carreras populares.

Pero fue hacer la transición correr-bici y empezar a sentirme fuera de sitio. En las cuestas arriba atravesado con los cambios y los pedales y en las cuestas abajo con más miedo que vergüenza.

Por la derecha. Por la izquierda. Me adelantaban bicis por todas partes.

"¿Pero de donde ha salido tanto ciclista si en la salida peracíamos cuatro gatos?"
Solo me quedaba el consuelo de pensar que al menos todos esos indurains corrían menos que yo.

Y en eso ocupaba mis pensamientos cuando... ¡¡¡raaaasssss!!! Se me sube el gemelo de la pierna derecha.

¡¡Suputamadre!! ¡¡Que dolor!! Me tiré de la bici abajo y empecé a estirar la pierna intentando que todos los músculos volvieran a su sitio. Pero nada, fue subirme de nuevo a mi vieja enemiga y... ¡¡¡raaaassssss!!! Se repite la historia pero con el gemelo de la otra pierna.

La bici por un lado, yo por otro.... y mis gritos de dolor que se debieron de escuchar hasta en Sebastopol.

El simple gesto de ponerme de puntillas para intentar colocar de nuevo el culo encima del sillín era suficiente para ponerme, cada vez que lo intentaba, las bolas a la altura de las rodillas. Y no me refiero a las bolas propias de los machos de la especie sino a las otras.

"Mi primer abandono, chispas", pensé.

Pero finalmente, con mucha paciencia y cuidado conseguí volver a subirme al maldito hierro con pedales, meter plato pequeño, piñón grande y silvando la canción de Verano Azul completar los más de 5 kms que aún me separaban de la segunda transición.

Los dos kilómetros finales de carrera a pie al menos sirvieron para adelantar, a pesar del horrible dolor que llevaba en los gemelos, a 5 ó 6 participantes y evitar de esa manera la deshonrosa última posición (después descubriría que increiblemente aún quedaban unos cuantos por detrás).

Está claro que si comparo mi nivel corriendo con mi nivel pedaleando me puedo considerar perfectamente la reencarnación del mismisimo Emil Zatopeck. Pero claro, si pienso que como corredor estoy entre mediocre y malo, pues.... ¿dónde queda mi nivel como ciclista?

Ya me puedo ir poniendo las pilas con la bici en los próximos once meses o el reto de Barcelona acabará en tragedia griega.

Finalmente cruce la linea de meta en 1:36:14 ante las miradas de los ya frescos Txunda, Javi y Marcos que parecían decir algo así como:

"¿Dónde coño te habías metido?"