martes, 24 de abril de 2007

Monstruo 3 - espartano 0

Allí me presenté en Colón a eso de las 8 de la mañana pensando en que esto debe de ser masoquismo puro. Abandonar el paraíso que me encontraba en mi cama por el infierno de 42 kms de asfalto solo se puede entender así. Cuando el despertador sonó a las 6:45 pensé que había que estar gilipollas para salir de ahí con lo agustito que estaba para ir a sufrir como un perro por las calles de Madrid.

Acudí a correos a la kdd del foro de carreraspopulares. Desde ese momento hasta la salida ya no paré de saludar. ¡¡Es alucinante la cantidad de gente que he conocido en este mundillo de las carreras populares!!! Garabitas, foreros de carreraspopulares, tapieros, foreros de elatleta, mis compañeros del 4pipas, amigos en general… Al final uno tiene la impresión de que en esto de las carreras somos siempre los mismos. ¡¡Cuanta buena gente!! :-)

Después de tanto socializar nos ponemos, al fin, en la línea de salida el grupo de los que queremos salir a intentar el 3:45: Krismaran (liebre de lujo), Marquitos gato, David Capa, Sierra, elLobo y un servidor.

La subida a Castellana la hacemos tranquilos, algo más lentos de lo previsto, pero es el principio del maratón, es cuesta arriba y vamos en animada charla. Es aquí cuando el krisma me presenta al gran Esquius que ha venido desde asturias para hacer su sexto mapoma, ¡¡con un par!! ¡Encantado de haberte conocido!!

Ya nos damos cuenta de que si el sol calienta con esa fuerza a las 9 de la mañana, a partir de las 11 nos vamos a cocer vivos. Así que me mentalizo para beber bastante en todos los avituallamientos (calculo que entre la carrera y la post-carrera me bebí un mínimo de 6 litros de líquido y no meé ni una gota hasta las 3 de la tarde, para que os hagáis una idea de lo que sudamos el domingo)

Una vez “coronada” la Plaza de Castilla se gira a la izquierda y nos meten por una zona de obras con bastantes estrecheces que hacen de embudos para el apelotonamiento general de corredores. En uno de esos mogollones me despisto y me descuelgo, junto con David, del grupo. Cuando me quiero dar cuenta nos han cogido más de 50 metros. Tengo la tentación de ir a por ellos pero David me sujeta y me dice que vamos bien así. De un tío que lleva 20 maratones en las piernas solo tengo que aprender, así que le hago caso. Aquí hay una bajada de casi 3 kms que sospecho que ellos hicieron bastante fuerte (por debajo de 5min/km) porque en muy poco rato dejo de ver la cabeza de krisma. Bueno, paciencia y buenos alimentos.

David me va dando consejos y yo, como una esponja, los absorbo todos. Vamos muy tranquilos, bastante despacito. Pienso que mejor así, que esto luego es muy largo y es muy pronto para quemar las naves.

Pasando por ciudad universitaria reconozco a Jaime70 mi alma gemela del foro del elatleta, jeje. Le abordo y corremos juntos unos kilómetros mientras charlamos sobre maratón, fútbol y otras cosas. Me dice al rato que se va a quedar. Nos despedimos y tiro con David. ¡¡Por fin nos conocemos Jaime!! ¡¡Un placer!!

Pasamos por el arco del triunfo, Moncloa, el Palacio Real, Calle Mayor, Sol… sin duda la mejor parte del maratón de Madrid, la más bonita, la que está más animada. Lo malo, pienso, es que desde aquí hasta meta (25-26 kms) quedan todas las cuestas. Este es el principio de lo duro. Es por aquí cuando veo a Alberto (4pipas) por primera vez encima de su bici. Me ofrece un gel, pero le digo que no, que a partir del 30.

Pasamos la media en 1:55:20. La idea inicial era pasarla en 1:52, así que he ido más lento de lo previsto. Intento ser positivo y pienso que lo bueno de esto es que he llegado muy fresco a la segunda media (exactamente 20 minutos más lento que el tiempo que hice en la media de Madrid tres semanas antes). Aquí veo a Inma y Piedad que me animan y me dicen que Marcos, krisma y cía me llevan un buen trozo.

A partir de aquí empiezo a correr un poco más deprisa (o menos lento para ser más exactos, jeje). En algún momento David se queda atrás. Me extraña porque él es un corredor de menos de 3 horas en maratón, pero supongo que ha decidido tomárselo con calma.

En el km.23 veo justo delante de mi a Sierra. Le alcanzo y me dice que tiene problemas en la rodilla. Le doy ánimos, le deseo suerte y tiro “p’alante”.

En los siguientes kilómetros me encuentro fenomenal y no paro de adelantar corredores (mirando ahora los datos del cronometraje oficial veo que gané más de 1.000 puestos desde la media maratón hasta el km.35)

En el km.25 están Marta y Txunda. Me animan y me sacan un par de fotos. ¡¡Como se agradecen esos ánimos en la soledad tan inmensa que es un maratón!!

Sobre el km.26-27 veo a lo lejos a alguien alto con el uniforme de carreraspopulares que va caminando. Parece krisma, pero me parece muy raro. Según me voy acercando se confirman mis sospechas. Es él. Entonces lo veo claro. Me está esperando para ayudarme en la última parte del maratón. Cuando llego a su altura me dice que voy muy bien y que tiré hacia delante. Los siguientes dos kilómetros me siento aturdido. Pienso mucho en Antonio y en que le habrá pasado. Este ritmo debería de ser un paseo para él, así que algo ha debido ir mal. Le doy vueltas a porque no le he preguntado si le dolía algo. No sé, me voy comiendo un poco la olla. El maratón te va agotando física y mentalmente hasta convertirte en un autómata que solo se preocupa de seguir moviendo las piernas y te anula hasta el punto de no preguntarle a un amigo por lo que le ha pasado o le está pasando.

A pesar de todo voy muy animado. Me he hecho toda la subida de Principe de Vergara, la subida de la calle Mesena y todos los toboganes de Arturo Soria y sigo bastante entero.

Antes de el km.30 aparece de nuevo Alberto encima de su bici y me ofrece un gel. Esta vez lo pillo, lo muerdo y lo aprieto para meter toda esa asquerosa masa dulce en mi boca. ¡¡Lamadrequemepario, que cosa más mala!! Es la primera carrera en la que tomo una cosa de estas y la verdad es que noto un cierto subidón (que no sé hasta que punto es un efecto psicológico)
Es más o menos en ese kilómetro cuando me encuentro a Elo (4pipas) que me está esperando para ayudarme a llegar a meta. No lo esperaba y me da un subidón de moral. Desde este momento ella y Alberto se convertirán en mis ángeles particulares. Me llevan el agua, el acuarius, me dan ánimos constantemente....

En la bajada de la calle Alcalá veo que Marcos está solo unos metros por delante de mi acompañado de Paqui y Antonio (4pipas). Le alcanzo, hablamos un poco sobre lo jodidos que vamos ya a estas alturas de la carrera y le dejo atrás. En principio pensé en quedarme con él, pero en esos momentos llevaba una inercia buena y me fui casi sin querer.

Sigo adelantando gente pero ya empiezo a notar los kilómetros en las piernas y en la cabeza. En los avituallamientos me lo bebo todo y aprovecho para echarme agua por encima de la cabeza, ¡¡tengo un calor asfixiante!!

La terrible cuesta que hay desde el 32,5 hasta casi el 37 me revienta. Acaba conmigo. Igual que me pasó en el mapoma de hace dos años en apenas dos kilómetros (entre el 33 y el 35) todos los pensamientos positivos se transforman en negativos: “joder, ¡¡que mal voy!!, ¡¡no puedo más!! ¡¡que calor hace!! ¡¡todavía me quedan muchos kilómetros y ya no puedo más!! ¡¡esto es un suplicio!!....”
Creo que me estampé una vez más contra el famoso muro.

Elo me anima constantemente. Yo intento ser positivo pero con tanto sufrimiento me resulta absolutamente imposible. Me dice constantemente que quedan 200 metros de cuesta y que luego es ya todo cuesta abajo hasta meta. Yo, que me había mirado el perfil, sabía que me estaba engañando y que me quedaba mucha cuesta arriba todavía. Todavía no sé como fui capaz de hacer todo ese tramo sin pararme porque mi cabeza me gritaba, me exigía que lo hiciera. Alrededor de mi veo ya más gente andando que corriendo y eso no ayuda. Además me doy cuenta de que he bajado tanto el ritmo y voy tan despacio que los que andan van casi a mi misma velocidad. En esos kilómetros de cuesta arriba alcancé un nivel de sufrimiento físico y mental al que nunca antes había llegado como corredor popular (es de lo que más satisfecho me siento de esta carrera)

“Coronamos” al fin y enfilamos hacia Ventas. Pero estoy totalmente destruido. En el km.38,5 Elo me ofrece una botella de acuarius (¿de dónde la sacaría?). La cojo y mis piernas se paran. Me bebo como medio litro de un trago y maldigo el momento en el que me he parado. Quería acabar este maratón sin pararme, pero una vez más no lo he conseguido. Estoy completamente zombi, pero echándole más huevos de los que nunca le haya echado a esto me pongo a correr otra vez (bueno, trotar o algo parecido).

Pasamos Ventas y veo la cuesta de subida a Manuel Becerra. Parece el puto Everest delante de mi. Casi todo el mundo va andando. Yo soy conciente de que no la voy a poder subir corriendo de ninguna manera, así que intento correr hasta donde pueda. A mitad de cuesta, más o menos, me paro y decido coronar este nuevo alto de montaña caminando. Una vez arriba, y justo antes de la pancarta del 40 comienzo de nuevo a correr. Ya no pararía hasta la meta.
En ese momento miré el cronometro de mi muñeca y pensé: “que pena, ya ni siquiera puedo bajar de 4 horas”. Como iría de la cabeza, ¡madre mía!. No sé que tipo de cuentas eché. Está claro que el cerebro estaba ya para pocas matemáticas.

En esta parte de subida me acompañó también Juan Carlos (asturmad en este foro), presi del club, dándome ánimos a tope. Me hizo unas fotos que no quiero ni ver porque deben parecer fotogramas de “La noche de los muertos vivientes”.

Los últimos 2 kms son en ligera cuesta abajo y ya la cantidad de público que hay animando es muy grande. Se supone que esta es la parte del maratón que debería de haber disfrutado, pero es absolutamente imposible. No disfruto nada de nada. Seguir moviendo las piernas es una puta tortura. El dolor físico es ya inmenso. La tortura psicológica indescriptible.

En los últimos metros antes de entrar al retiro escucho varias veces a diferentes personas gritar mi nombre y animarme, pero yo ya ni veo quienes son. Ahora mismo solo recuerdo a Rungobe que incluso creo que corrió unos metros a mi lado. Todo eso es un recuerdo bastante difuminado en mi memoria.

Lo que sí recuerdo bien es que después de entrar en el Retiro sentí una liberación muy grande, un “ya está coño, ya he llegado”. Y entonces busqué el arco de meta con la mirada y lo vi allí, lejiiiiiisimos. Me hundí en la miseria. Pensé: “¡¡¡no por dios, no puedo llegar hasta allí!!”. Es increíble como al final de un maratón 500 metros pueden llegar a parecer un obstáculo insalvable.

Veo a Mar y a cris (mujer e hija del krisma) que me animan y saco fuerzas para hacerles un gesto de agradecimiento. Escucho a Elo que me insiste una y otra vez en que disfrute de este momento, que disfrute del ambientazo de público... pero yo no disfruto nada de nada. ¿Se puede disfrutar mientras te arrancan las uñas de los dedos? ¿verdad que es imposible??

Al final lo que parecía que nunca llegaría llega. Cruzo la meta y me abrazo a Elo completamente exhausto. Le doy mil gracias por haberme acompañado camino del infierno. Miro el crono: 3:55:32. En ese momento me importa tres coj****. He llegado a meta y eso me hace feliz.

Conclusiones varias

Negativas

1ª Sigo sin poder con esta distancia. Es la tercera maratón que corro y tres veces he llegado a meta penando. Tres veces me he pegado contra el muro. Tres veces ha hecho el tío del mazo sus delicias con mi físico.
Todavía no he sido capaz de correr 42 kms sin pararme y mi marca de maratón sigue estando lejos de mi nivel en 10K o media maratón.

2ª Dos años después de mi primer mapoma solo he mejorado 6 minutillos la marca, lo que me parece muy poca mejora en tanto tiempo.

Positivas

1ª He acabado mi tercer maratón. Si me dicen hace cuatro años, cuando no hacía ningún tipo de deporte, que algún día podría vacilarle a los colegas de haber corrido 3 maratones no me lo hubiera creído.

2ª He mejorado mi marca y eso siempre es motivo de satisfacción. Además he bajado de las 4 horas por primera vez y eso también es motivo de celebración. Además este maratón lo he preparado con pocos kilómetros, sin tiradas de más de dos horas y sin mucha mentalización... Me queda la sensación de que en un maratón sin cuestas, con 10ºC menos de temperatura (llevo fatal lo de correr con calor) y con una mejor preparación el margen de mejora es grande todavía.

3ª No he podido con el maratón, pero esta vez he estado más cerca que nunca. No creo que llegue a 500-600 metros el total de lo caminado, así que esta vez ha estado cerca la cosa.

4ª Dos días después tengo algo cargados los cuadriceps y los dorsales, pero apenas noto secuelas. No tengo ampollas en los pies, ni dolores de ningún tipo ni nada de nada.

Generales

1ª No sé si el maratón merece la pena. Contarlo aquí o a los colegas de oficina es muy bonito, pero el nivel de exigencia que le pedimos a nuestro físico y nuestra mente es extremo. Por lo menos para los corredores del furgón de cola como yo. Para gente más preparada seguro que sí, pero para los de atrás... no sé, tengo mis dudas ahora mismo. Las imágenes de corredores/as tirados en las cunetas siendo atendidos por los servicios médicos... pfff... no se olvidan de un día para otro. Es para plantearse si esto de la épica del maratón no nos vuelve un poco gilipollas a algunos.

2ª El mapoma es una salvajada. En los últimos 10 kms hay más gente andando que corriendo, cosa que no se ve en otros maratones (yo conozco Berlín y Valencia).
Hay un dato que es demoledor en este sentido. Pasé la media en 1:55 en el puesto 5330. La segunda media la hice en 2 horas clavadas. Así pues se puede decir que pinché en la segunda parte de la carrera. Bien, pues acabé en el puesto 4244. Pinchando en la segunda media adelanté 1086 puestos en esta parte del maratón. Esto da una idea demoledora de el nivel de hundimiento de muchiiiisimos corredores en la parte final de la carrera.

Que de los últimos 25 kms de carrera 15 sean cuesta arriba (con algunos tramos duros de verdad) me parece una salvajada. Es cierto que Madrid es una ciudad asentada sobre varias colinas y es imposible hacer un maratón llano. Pero también es verdad que parece hecho a mala ostia. Estoy casi seguro que el que lo trazó sentado en una mesa de despacho no se ha puesto las zapatillas y ha comprobado la realidad de este circuito. Yo, desde luego, no vuelvo a esta carrera mientras se mantenga este circuito o similar.

martes, 17 de abril de 2007

El montruo del abismo




Cuenta la mitología nórdica que antes de que existiera la tierra, el cielo o el mar ya estaba ahí el abismo y su oscuridad. Al empezar la creación, en el mismo centro del espacio se abría Ginnunga. Era tan grande que ningún ojo podía ver su profundidad. No existía océano que ocupara este espacio vacío ni árbol que hundiera sus raíces o levantara sus ramas al cielo.

Las gotas de agua, vivificadas por el aire del Sur, se reunieron para formar un cuerpo vivo, el del primer gigante: Ymir. Fue el poderoso Odín y sus hermanos quienes crearon el universo al dar muerte al monstruo y arrojarlo al abismo.

Siempre he imaginado el abismo como un sitio oscuro, inhóspito y hostil. Un sitio que atraería a seres de diferentes procedencias fascinados por su misteriosa oscuridad y por la atracción de lo desconocido. E imagino a Ymir esperando con ansia la llegada de nuevas víctimas a las que recompensar con buenas dosis de tormentos, suplicios y sufrimientos.

Existe en la mitología del corredor popular un abismo tan desconocido, tan abrupto y tan inhóspito como el mismo Ginnunga. La mayoría de los corredores escuchan su llamada. Antes o después todos oímos ese canto mágico que nos atrapa y que nos hace precipitarnos al vacío. Somos los argonautas de la era moderna seducidos por los cantos de sirena de la mitología griega.

Nuestro abismo tiene su puerta de entrada junto a la pancarta del km.30 de cualquiera de los maratones que se celebran a lo largo de nuestra geografía. Es un sitio cruel, lleno de sufrimientos y amarguras.

Habita en él un monstruo inhumano que nos espera con los colmillos afilados esperando para devorarnos las entrañas y mandarnos al más profundo de los avernos. Son numerosos, en la mitología del corredor popular, los nombres que adquiere la bestia. Algunos le llaman “el hombre del mazo”. Para otros es “el hombre del gancho” o simplemente “el Sr. Maratón”. Nuestro particular Ymir.

Si algo fascina del maratón es el desconocimiento de lo que hay más allá del km.30. Un sitio donde pocas veces (o nunca) antes hemos estado. Otras carreras oscilan en distancias donde hemos estado en infinidad de ocasiones y conocemos perfectamente a todos sus habitantes y como nuestro cuerpo reacciona ante ellos.

Algunos han ido al abismo y han salido indemnes. Sin un rasguño. Ni rastro del monstruo.

Pero otros que tuvimos el valor de aventurarnos en él, nos topamos con la bestia cara a cara. Sabemos que existe, que no es una leyenda.

La primera vez que pisé tan peligrosas tierras fue en Madrid hace dos años. Pensé que no me toparía con él hasta que, allá por el 37, se presentó sin previo aviso y me golpeó fuertemente con su maza. Pero salí relativamente indemne enseñándole mi dedo corazón.

Pero fue al año pasado, en tierras germanas, cuando le conocí en la más cruel de sus versiones. Llevaba apenas diez minutos dentro del abismo cuando se presentó junto a mi un monstruo de tres cabezas con cara de pocos amigos. Me golpeó, me insultó, me zarandeo..... ¡¡me humilló!!

Arrastrándome, en un lamentable estado, conseguí escapar de sus garras. Mientras le oía reír con grandes carcajadas me juré que nunca más volvería a pisar tierra tan inhóspita.

Pero no tuvo que pasar mucho tiempo antes de que los cantos de sirena me llamaran de nuevo hacia el abismo. Recé con todo mi alma al dios de los corredores para que mandara un Orfeo en mi ayuda. Pero no lo hizo.

El próximo domingo volveré a cruzar la frontera del km.30. Y le diré al monstruo, cara a cara, que mi corazón de espartano no le tiene miedo. Ya no.

martes, 3 de abril de 2007

Progresando...

... que es gerundio.

Principios de 2004

Después de una vida entera sin hacer deporte me había dado por correr. Llevaba unos meses dándole a la zapatilla. Ni siquiera sé muy bien porqué. Ya por aquel entonces había participado en algunas carreras populares, entre ellas dos de los diezmiles míticos del calendario madrileño (CSIC y SanSil Vallecana). Fue seguramente después de esta última que sentí la llamada de la media maratón.

Me daba vértigo pensar en una carrera de más de 21 kilómetros, pero el reto me parecía fascinante. Tenía por delante 3 meses para prepararme y enfrentarme a esa distancia en la Media Maratón Villa de Madrid que se celebraba el 4 de Abril.

Fue entonces cuando empecé a buscar información por la red sobre como se preparaba uno para una locura como esa. Y descubrí el foro de carreraspopulares.com. Y aprendí lo que significaba eso de ser “pronador”. Y leí por primera vez palabras de esas raras de corredores como “series”, “progresivos”, “fartleck”.... Y empecé a comprarme la revista runner’s. Y me compré mis primeras zapas guapas de correr. Joder, ¡¡hasta un pulsómetro me pillé para controlar mis entrenamientos como un profesional!!
Y fue en aquellos días cuando empecé a escribir mis entrenamientos en el mismo documento word donde hoy día los sigo apuntando.

¡¡Ufff!! Sin lugar a dudas aquélla ha sido la carrera que he preparado con mayor ilusión. Sólo mi primer maratón, un año después, se puede comparar en ese aspecto.

Durante aquellos tres meses fui constante como un reloj. Realicé mis primeras tiradas largas. Mejoré día a día. Soñé una y mil veces con la meta de aquella carrera. ¡¡Dios mío!! ¡¡Iba a correr una media maratón!!

Y llegó el día D. Y me presenté en la salida con mi amigo Pablo. Cargados de ilusiones y de dudas.

No tenía ninguna referencia de tiempos en esta distancia, así que no sabía cual podía ser mi marca. Pero dentro de mí, soñaba con poder bajar de las dos horas. ¡¡Eso sería la ostia!! Pero lo cierto es que ni siquiera tenía la certeza de que fuera a ser capaz de cruzar la meta corriendo.

Aquel día me sentí, por primera vez, un corredor de fondo. Los últimos kilómetros fueron agónicos. Sufrí como un perro. Pero lo conseguí. Crucé la meta con los brazos en alto en un momento de intensa felicidad.

Recuerdo que volviendo a casa me sentí eufórico en el coche. Ese tipo de euforia que sólo los corredores podemos sentir cuando las endorfinas recorren nuestras venas y sabemos que hemos hecho una gran carrera. Estaba orgulloso de mi mismo. La marca estratosférica, 1:56:13.

Supongo que con el tiempo nos acostumbramos a hablar de rodajes de 20 kms, de marcas, de series y todo eso. Y es entonces cuando perdemos la perspectiva. La perspectiva de que para la mayoría de los mortales correr durante dos horas seguidas o correr 21 kilómetros del tirón es una locura solo al alcance de unos pocos.

En aquel momento me sentía así. Uno de esos pocos capaces de hacer algo así. Un superhombre. Solo me faltaba la capa y alguien a quien salvar.

Así que le cogí mucho cariño a esa carrera. Y quise volver.

En 2005 se celebró dos semanas antes de mi primer maratón y los sabios del foro me recomendaron que no la corriera. Demasiado cerca en el tiempo del principal objetivo.

En 2006 me pilló saliendo de 4 meses de lesión y sin confianza para afrontar 21 kilómetros.

Y por fin, este año, me he reencontrado con ese mismo circuito, con esas mismas sensaciones. Fue el pasado domingo.

Y volví a casa conduciendo. El coche era otro. Pero la nube en la que iba subido era la misma que entonces.

Esta vez crucé la meta en 1:35:28.

Tres años y diez medias maratones después, he rebajado aquella marca en 21 minutos, ¡¡un minuto por kilómetro!!

A veces parece que entrenas y no mejoras. No es que las marcas me importen especialmente, pero es verdad que a todos nos gusta mejorar y sentir que poco a poco vamos abandonando el furgón de cola de las carreras.

A corto plazo es difícil ver la evolución. Pero si eres capaz de mirar con la perspectiva de los años puedes comprobar que, aunque no lo veas, estás progresando.